Coproducción de los grupos ESSE EST PERCIPI y ROSARIO IMAGINA, con texto y dirección de Gustavo “Rody” Bertol y actuaciones de Gustavo Di Pinto y Santiago Pereiro.
Luego de dos meses de funciones a sala llena y a pedido del público, se agregan tres únicas funciones en agosto – domingo 6, 20 y 27 -19hs. Sala: La Orilla Infinita (Colón 2148).
Un niño asustado es un momento particular en la vida de sus protagonistas como lo es
también para cada uno de sus intérpretes y director. Es justamente para nosotros y para nuestros recuerdos, que quisiéramos conservar, que aparece esta obra destilando la llegada de un nuevo amanecer, pero al mismo tiempo empezando por un lado a despedirnos de muchas cosas y por otro lado
empezando a entender algunas otras.
“Un niño asustado” retoma muchas tradiciones teatrales, las mas cercanas. Deviene del camino de los intérpretes y de su director quienes se encontraron al borde del camino, a un costadito y decidieron dar lugar a esta primera coproducción entre Esse Est Percipi y Rosario Imagina, ambos grupos fundadores de LA ORILLA INFINITA, ese galpón del barrio República de la Sexta devenido Teatro Independiente.
“Un niño asustado” remite de algún modo a palabras de Macedonio Fernández “hay un mundo para todo nacer y no nacer no tiene nada personal, simplemente no haber mundo”.
No se ha visto quien naciendo no se encontrase con un mundo, de modo que creemos entonces que este mundo lo traemos nosotros y lo llevaremos si en definitiva nos morimos como temen algunos.
Los ocho fragmentos que conforman la obra recorren los pequeños mundos que cada uno de los que la hacemos tenemos y por suerte conservamos y vienen con nosotros a pesar del olvido, a pesar de que otras preocupaciones nos invaden hasta ese lugar que todos los que hacemos teatro tenemos que es el escenario.
“Un niño asustado” es una obra que bordea la teatralidad, que bordea los interrogantes de esta vida que vivimos, y al vivirla vamos en parte perdiendo y en parte la vamos recibiendo.
“Un niño asustado”, es pararnos al borde del camino, es preguntarnos algunas cosas para tener más fortalezas y evitar que ese niño se siga asustando, que ese niño que todos llevamos dentro se siga asustando y retome su camino.
Podemos plantear esta obra como cuadros disolventes, cuadros que se arman y se disuelven en los que aparece palabra de un intérprete a partir de un texto, donde hay imágenes fotográficas y donde irrumpen sonidos que van envolviendo todo lo dicho.
Considerada por su propio autor y director como una obra bisagra entre lo que ha hecho y lo que le gustaría hacer de ahora en más, retoma algunas tradiciones de algunas obras anteriores más precisamente “Enter Dylan” y “Yo te recuerdo Evita”, que sería una especie de hermana muy cercana en cuanto al dispositivo escénico.
Esto es una visión onírica de la vida, una preocupación existencial sobre la vida y la muerte y por otro lado una preocupación por la relación con el espectador y transitar por los bordes de la teatralidad.
Tres grandes ejes que nos han ido acompañando durante todos estos años y en “Un niño asustado” emergen con mucha precisión.

Podríamos definir a esta obra como un recital teatral. Los textos se acercan más a una canción que a un texto dramatúrgico tradicional. Ojalá la obra se acerque a nuestras ilusiones, como dice el texto “queda poco que contar falta algo más para contar y espero contarlo”.
La idea que el texto de la obra dialogue dramáticamente con el lenguaje de la fotografía, cuestión central de la puesta, se vio enriquecida con la participación del joven y gran fotógrafo rosarino Maximiliano Conforti, con quien Bertol ya había trabajado el año pasado cuando montó: “Yo te recuerdo Evita”. Fue tan feliz estéticamente ese encuentro, que decidimos apostar más fuerte en esta nueva
propuesta.